¿Te has cansado de pedir a tus alumnos que se sienten, que paren quietos, que te presten atención?
¿Con demasiada frecuencia les ves distraídos, jugando con el bolígrafo, balanceando las piernas, hablando con un compañero o levantándose con cualquier excusa?
En esos momentos,
tú y tus alumnos necesitáis un descanso.